Cuidar la salud es algo maduro y sensato, pero ¿los buenos hábitos mejoran realmente su salud corporal? En este artículo descubriremos cómo una mezcla de buenos hábitos puede repercutir en la nuestra salud.
El descuido de la actividad física y la alimentación adecuada, unido a los vicios que solemos llevar para superar el aburrimiento y el nerviosismo diarios, conducen a nuestro cuerpo al estrés y la enfermedad.
El tabaquismo, el exceso de alcohol, el azúcar y las grasas, por ejemplo, son cosas que hay que evitar para mantenerse en forma, especialmente en caso de enfermedades cardíacas u otras disfunciones ya presentes en el organismo.
Uno de los mayores enemigos de la salud corporal es la “comida basura”, que debe evitarse, o al menos limitarse a situaciones ocasionales y poco frecuentes, porque está cargada de sustancias nocivas para nuestra salud, como las grasas hidrogenadas, los aromas y edulcorantes artificiales, pero también algunos tipos de conservantes y emulsionantes, que son difíciles de descartar. Si se toman de forma continuada o en grandes cantidades, pueden provocar graves problemas, en primer lugar, un aumento excesivo de peso y obesidad. Así que leamos las etiquetas de los productos que compramos y consumamos bien, para protegernos, aunque nos alimentemos correctamente.
Pero, esto no es suficiente para sentirse bien. Necesitamos ingerir los nutrientes correctos necesarios para el funcionamiento regular de nuestro organismo. Nuestra dieta debe ser variada y rica en todas aquellas vitaminas, minerales, proteínas e hidratos de carbono, esenciales para el hombre. Pero eso no es todo: deben tomarse en las dosis adecuadas, para evitar que un exceso o una carencia lleven a nuestro organismo a tener desequilibrios o acumulaciones indeseables. Si no estamos seguros de estar comiendo bien, acudiremos a un dietista o nutricionista para que nos aconseje sobre la cantidad y el tipo de alimentos que debemos consumir.
¿Salud corporal o salud mental? La actividad física es el factor determinante
Por último, la actividad física debe ser constante, ya que un cuerpo activo necesita poco para mantenerse sano, mientras que un físico débil y poco acostumbrado a la fatiga necesitará mucho entrenamiento para volver a estar tonificado. Basta con caminar media hora o unos 10.000 pasos al día para mantenerse dinámico, aliviar el estrés y activar la circulación. Un ejercicio que ciertamente no lleva mucho tiempo, no requiere herramientas especiales y puede convertirse en una agradable oportunidad para eliminar el estrés mental con un paseo al aire libre.
Lamentablemente, a veces esto no es suficiente y por eso es necesario tomar algunos medicamentos necesarios para curar o aliviar algunas enfermedades o dolencias. Es necesario consultar primero a un médico para tener un diagnóstico y un tratamiento específicos. Seguir las instrucciones del médico es muy importante para evitar que los medicamentos causen problemas de sobredosis o que el tratamiento no funcione. Nuestro cuerpo también puede acostumbrarse a tratamientos demasiado largos o mal realizados, haciendo inútiles nuestros esfuerzos. Nuestro médico es una figura importante para mantener nuestro cuerpo sano y preservarlo de los dolores propios de la edad. Contar con su opinión también es esencial para su propia tranquilidad. Nos informará sobre las revisiones rutinarias en función de nuestros trastornos y nuestra edad, quizá también en relación con la situación médica de nuestros familiares. De hecho, algunos trastornos son hereditarios y, por tanto, transmisibles de padres a hijos.
Cuidar el cuerpo día a día, de forma consciente y constante, es fundamental para envejecer correctamente y mantener alejadas todas las enfermedades y trastornos que pueden dañar nuestra salud.